Josep Maria Montaner: docencia e investigación en arquitectura
Soy doctor arquitecto, catedrático de la Escuela de Arquitectura de Barcelona y autor de unos 35 libros sobre arquitectura. Estudié arquitectura en los años setenta, dudando entre esta carrera y filosofía, pero decantándome por arquitectura al tener una dimensión urbana y social. Más tarde empecé estudios de historia moderna y antropología, que dejé a media carrera, al mismo tiempo que terminaba mi tesis doctoral. En tres períodos he trabajado como arquitecto práctico. Finalizados mis estudios, desde 1977 hasta 1981, con los compañeros de estudio Pere Solà, Joan Boronat i Carmelo Bentué; abandoné la práctica para dedicarme a la tesis doctoral. Volví a proyectar entre 1987, año en que volví de una estancia en la Academia Española en Roma, y 1998, haciendo proyectos y exposiciones esporádicamente y colaborando en algunos proyectos con Carlos Ferrater; y desde 1999, trabajando con la arquitecta Zaida Muxí en diversos proyectos de exposiciones y viviendas.
¿A qué te dedicas? ¿Cómo es tu trabajo?
Me dedico esencialmente a la docencia y a la investigación, como catedrático de Composición Arquitectónica (es decir teoría y crítica) en la Escuela de Arquitectura de Barcelona (ETSAB-UPC). Compagino este trabajo con la escritura de libros y artículos, publicados algunos periódicamente en El País y, con Zaida Muxí, en Culturas de La Vanguardia.
¿Cómo llegaste a hacer este trabajo?
Ha sido una evolución de años y el hecho de encontrar un espacio en la investigación de la arquitectura contemporánea y en el ejercicio de la crítica de arquitectura. Para ello fue clave poder empezar a colaborar en el periódico El País en 1984 y empezar a publicar en la editorial Gustavo Gili a partir de 1987.
¿Por qué estudiaste arquitectura?
Dudaba entre arquitectura y filosofía, pero me decidí por arquitectura al entender que tenía una dimensión urbana y social. También la elegí por el interés por el dibujo y el arte. ¿Te han servido de algo tus estudios de arquitectura? ¿Para qué?
Todo lo que uno estudia, lee, aprende, vive, etc. tiene su utilidad, aunque sea indirecta. Lógicamente en la Escuela aprendí más de las asignaturas de historia, teoría, estética y urbanismo; pero todo lo que me enseñaron en las materias más técnicas y en proyectos me sirvió para aclarar conceptos, algunas fuera a veces oponiéndome al arcaísmo de lo que me enseñaban.
¿Consideras que lo que haces es arquitectura? ¿Te sientes arquitecto?
Me considero arquitecto, aunque mantengo una posición crítica y distante con aquellos que han hecho de la práctica de la arquitectura un trabajo para su lucro y una alianza con la especulación. Considero que el trabajo de la historia y la crítica es clave, ya que es el que va construyendo colectivamente una interpretación que es la que va siendo actualizada como historia de la arquitectura.
¿Echas de menos proyectar edificios?
Ciertamente la experiencia de proyectar y realizar una obra, que he vivido en algunas épocas, es única. Pero también es cierto que el trabajo de investigación, docencia y escritura pide mucho tiempo y lo hace casi incompatible con una práctica profesional intensa.