Joan Vitòria: aprendiendo de la arquitectura
Joan Vitòria i Codina (Barcelona, 1973) He vivido casi siempre en Barcelona, excepto un año que pasé en Berlín y dos en París.
Mis intereses siempre han sido muchos y variados, y la arquitectura siempre ha sido uno de los más importantes.
Una de mis principales aficiones es la música. Otra es el viajar, a mi aire, con tiempo y sin prisas. Me gusta tener tiempo de disfrutar de cada lugar, de los paisajes, pero también, y sobretodo, de conocer a la gente del sitio, su cultura, su historia, su lengua,…
¿A qué te dedicas? ¿Cómo es tu trabajo?
Desde hace varios años combino diferentes tipos de trabajos, todos relacionados con la arquitectura: proyectos propios o en colaboración con amigos (Vora arquitectura), colaboraciones en despachos de otros arquitectos (Olga Tarrasó, Pich-Aguilera,…), docencia en la universidad (EsArq-UIC), actividades de divulgación de la arquitectura con el colectivo “El globus vermell” (talleres para niños, itinerarios urbanos, visitas guiadas a edificios,…), además de algunas otras actividades más puntuales (participación en la edición de algún libro, colaboraciones varias con el Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña…).
¿Cómo llegaste a hacer este trabajo?
El trabajo “de arquitecto” (hacer proyectos, sea por cuenta propia o para otros arquitectos) lo empecé a hacer de forma natural cuando estaba a mitad de la carrera y siempre he seguido haciéndolo con más o menos intensidad.
La propia inercia de los estudios de arquitectura te lleva a eso, parece que sólo te muestra ese camino, pero yo siempre sentía que necesitaba combinarlo con otras actividades, sin saber muy bien cuáles.
A partir de ahí, de esa “necesidad interior”, empecé a encontrar otros caminos posibles, algunos de manera más meditada, otros un poco por casualidad.
¿Por qué estudiaste arquitectura?
Cuando tuve que elegir carrera universitaria, me tentaban varias de ellas (periodismo, bellas artes, sociología,… y arquitectura) y dudé hasta el último minuto. Al final, escogí arquitectura porque era la única de la que sabía a ciencia cierta en qué consistía la profesión (y sabía que me gustaba), ya que mis padres son arquitectos, trabajan juntos y durante muchísimos años habían tenido el despacho en casa, de manera que los veía trabajar cada día. ¿Te han servido de algo tus estudios de arquitectura? ¿Para qué?
Evidentemente, los estudios sirven, pero lo más importante es la curiosidad y las ganas de aprender de cada uno. Tan importante como lo que te enseñan los profesores en la escuela, es lo que uno aprende por su cuenta, ya sea en la biblioteca, consultando libros, asistiendo a conferencias, visitando exposiciones, viajando,… o trabajando en despachos.
¿Consideras que lo que haces es arquitectura? ¿Te sientes arquitecto?
No creo que se pueda decir que todo lo que hago es “arquitectura”, pero sí que todo tiene que ver con ella.
La docencia en la universidad sirve para motivar, animar y formar a futuros arquitectos. Las actividades de divulgación sirven para acercar la arquitectura y la ciudad a la sociedad.
Las personas pasamos casi toda nuestra vida “en” arquitecturas (nuestra casa, el trabajo,…) o en espacios urbanos, rodeados de arquitectura (en la ciudad). Además, opinamos constantemente sobre los nuevos edificios o espacios públicos de nuestras ciudades.
Precisamente por todo esto, considero que debemos hacer un gran esfuerzo para acercar nuestra disciplina a la sociedad, para que la gente conozca mejor la arquitectura y pueda ser más, y mejor, crítica y, por lo tanto, más exigente. Esto, sin ninguna duda, sólo puede acabar beneficiándonos a todos, arquitectos y sociedad en general.
¿Echas de menos proyectar edificios?
No. En realidad casi siempre he seguido ligado al hecho proyectual, aunque en algunos momentos sólo fuera desde la docencia o haciendo concursos.