La ciudad, o lo que sean los lugares en los que vivimos, históricamente se ha caracterizado porque nunca está terminada, porque siempre existen resquicios que permiten el cambio, la mutación. El que la ciudad sea incompleta (mis alumnos me lo habrán oído decir muchas veces) es esencial para permitir su evolución y, sobre todo, para responder a las nuevas necesidades.