Si la tecnología controla todos los resultados de forma rutinaria (como si se tratara de una tubería de datos) hay un alto riesgo de que se convierta en obsoleta, cada vez menos utilizada o tan rutinaria que apenas sea interactiva.
Hace un par de das leía el artículo de Josep M. Montaner en El País llamado “Colectivos de arquitectos" y sentí una especie de dejà vú al venirme a la mente casi las mismas reflexiones que tuve acerca del fenómeno de los colectivos tras leer el número monográfico de Arquitectura Viva nº 145 y que tanto revuelo levantó en su día (especialmente tras el desafortunado editorial de Luis Fernández-Galiano que abre el monográfico) 1.
Hace ya un año y medio hablé de Sintel y del concepto de OpenMovie promovido por la Blender Foundation como método de trabajo para conseguir dos objetivos: por un lado utilizar la excusa de la realización de una película para desarrollar nuevas prestaciones para mejorar Blender, su software de modelado, renderizado, animación y postproducción; y por otro darle difusión a partir de la repercusión mediática de estas películas.
Ayer tomé una decisión dolorosa: cerrar definitivamente la comunidad online que creé en 2004, +arquitectura. Desde ayer, si alguien intenta acceder encontrará una página diciendo que el sitio donde solíamos reunirnos unos cuantos amantes de la arquitectura ya no existe o no está disponible.
Como muchos de vosotros sabréis, el pasado 26 de diciembre se dió a conocer el Borrador de la Ley de Servicios Profesionales (LSP) en la que el Ministerio de Economía y Competitividad pretende que los ingenieros puedan realizar los mismos trabajos que los arquitectos (pero no a la inversa). Me resulta muy difícil añadir algo nuevo y razonable al debate, ya sea porque, como era de esperar, se han publicado numerosos artículos en blogs, redes sociales y medios impresos1, ya sea porque no soy un experto en materia de leyes, competencias o movilizaciones ciudadanas. Pese a todo, y pese a que como puede observarse en este mismo sitio web, mi perfil profesional no es el tradicional, me gustaría pronunciarme ante lo que considero un despropósito a través de un tímida reflexión (y muchas notas al pie) surgida a partir de la lectura de algunos textos y tras la asamblea convocada por el Sindicato de Arquitectos el pasado viernes 11 de enero. Quizá poniendo los pensamientos por escrito, y a través de los posibles comentarios que vayan surgiendo, pueda tener un posicionamiento un poco más claro.
La ciudad, o lo que sean los lugares en los que vivimos, históricamente se ha caracterizado porque nunca está terminada, porque siempre existen resquicios que permiten el cambio, la mutación. El que la ciudad sea incompleta (mis alumnos me lo habrán oído decir muchas veces) es esencial para permitir su evolución y, sobre todo, para responder a las nuevas necesidades.
En unas horas estaré de camino a San Sebastián para asistir y participar en EQUIciuDAD 2012, un congreso organizado por el Vicerrectorado del Campus de Gipuzkoa de la UPV/EHU y comisariado por Sinergia Sostenible que, bajo el lema de "
Lo reconozco, siento muy poca simpatía hacia la marca de la manzanita. No es que el diseño de los productos de Apple me deje indiferente, o que no valore su sistema operativo o su apuesta por la innovación.