Leía hoy este emotivo escrito de Jorge Toledo en el que explicaba cómo recordaba perfectamente el momento en el que decidió se arquitecto y cómo, 20 años después, se ha podido reencontrar con la persona que le inspiró a hacerlo y cómo han cambiado sus vidas desde entonces
Como muchos de vosotros sabréis, el pasado 26 de diciembre se dió a conocer el Borrador de la Ley de Servicios Profesionales (LSP) en la que el Ministerio de Economía y Competitividad pretende que los ingenieros puedan realizar los mismos trabajos que los arquitectos (pero no a la inversa). Me resulta muy difícil añadir algo nuevo y razonable al debate, ya sea porque, como era de esperar, se han publicado numerosos artículos en blogs, redes sociales y medios impresos1, ya sea porque no soy un experto en materia de leyes, competencias o movilizaciones ciudadanas. Pese a todo, y pese a que como puede observarse en este mismo sitio web, mi perfil profesional no es el tradicional, me gustaría pronunciarme ante lo que considero un despropósito a través de un tímida reflexión (y muchas notas al pie) surgida a partir de la lectura de algunos textos y tras la asamblea convocada por el Sindicato de Arquitectos el pasado viernes 11 de enero. Quizá poniendo los pensamientos por escrito, y a través de los posibles comentarios que vayan surgiendo, pueda tener un posicionamiento un poco más claro.